Producción Oral y Escrita-Sueños
-Estaba caminando por un pueblo en el medio del desierto donde no había nadie, un silencio horrible. Los edificios parecían abandonados, estaban polvorientos y se podía entrar en ellos. A pesar de eso decidí investigar el lugar por curiosidad, entré en una comisaría, mientras revisaba el lugar de la nada escuche a alguien tocar una armónica pero no vi a ningún ser humano. Cada vez sentía más nervios, tenía ganas de salir corriendo pero no lo hice, quería terminar de conocer el lugar. Al salir de la comisaría vi un bar, parecía estar abierto y entre. Solo estabamos el cantinero y yo, este señor tenía una apariencia desagradabe. Me inquietaba mucho que no hablara, solo se dedicaba a servir las bebidas alcohólicas (las que por supuesto tomé para aliviar los nervios). Cuando termine de beber estaba por salir y abandonar el pueblo pero de la nada me agarro de mi brazo con mucha fuerza, entre en pánico, no sabía qué hacer y con su otro brazo me apunto a un edificio que parecía ser un hospital totalmente negro abandonado. Me indicaba que debía ir ahí, lo normal hubiera sido escapar pero decidí acercarme al hospital, desconozco el motivo, tal vez me atrajo una fuerza invisible pero no lo sé. Al acercarme a la gigantesca puerta sentí una sensación terrorífica, algo dentro de mi decía que debía huir y otra vez no lo hice. Acerque lentamente mi mano a la puerta, debí tardar varios minutos en tocar la manija. Al tocarla un sinfín de pesadillas e imágenes horrorosas invadieron mi mente, parecía que el hospital estaba contándome su maléfica historia y ahí mismo salí corriendo hacia el desierto. Mientras corría empecé a reír sin parar de una forma espeluznante, parecía un maniático solitario y volví a escuchar el sonido de la armónica. Me giré y vi a lo lejos sobre una gran piedra una figura completamente oscura. Ahí mismo la risa espeluznante pasó a un grito insoportable, me di media vuelta y seguí corriendo. No volví a mirar atrás pero sentía que la figura seguía ahí, por correr tanto me estaba cansando y en un momento me tropecé con una roca. Caí en la irritante arena, ya no podía más ni físicamente ni mentalmente, así que me rendí, cerré los ojos y no vi nada más.
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